El mundo parece haberse olvidado de acontecimientos relativamente recientes. La crisis del Covid-19 ha arrasado los recuerdos anteriores a él y nos ha bloqueado la memoria, pero no debemos dejar de lado casos como los incendios que sufrió Australia, que nos dejaron devastadoras imágenes.
Desde finales del pasado 2019 hasta principios de 2020, gran parte de Australia ardió de una manera nunca vista. La situación duró meses de incontrolable agonía, animales calcinados y heridos, personas desalojadas y una enorme nube de humo que cubrió todo el país.
En los últimos cuarenta años el territorio ha vivido sus años más calurosos desde que se empezaron a registrar datos en 1880. Las altas temperaturas, la sequía y los vientos ardientes de áreas desérticas colaboraron en la propagación del fuego por todo el país.
La intensidad del fuego dejó 12 millones de hectáreas calcinadas, 34 fallecidos en los incendios y otros 417 debido a la inhalación de humo, alrededor de 18.000 personas tuvieron que desplazarse. En cuanto a fauna, 1500 animales perdieron la vida, 49 especies se vieron amenazadas y 113 requirieron ayuda inmediata.Hablando de la flora, 47 especies amenazadas perdieron la mayor parte de sus hábitats.
El pasado viernes celebrábamos el día mundial del medio ambiente, y también conviene recordar la importancia de su protección el resto del año. Para el turismo y también para otros sectores la conservación del medio es o debería ser esencial, a pesar de que en muchas ocasiones no parece ser tenido en cuenta.
Promover la protección de la naturaleza, los bosques y las áreas ricas en biodiversidad garantiza un correcto uso del entorno que nos rodea, y resulta fundamental hacerlo entre toda la población, incluidos los más pequeños.