¡Hola GreenTravelers! Si habéis estado atentos a nuestras redes sabréis que hace unos días nos hicimos una ruta improvisada y salimos a descubrir parte de la provincia de Alicante. Empezamos por el Parque Natural de la Font Roja (en Alcoy) y acabamos en Benidorm. Como veis, se trata de destinos totalmente antagónicos, pero esa era la idea: descubrir la diferencia entre un turismo natural y tranquilo y un turismo urbano y masificado. Hoy os contamos qué hicimos en cada uno de los puntos (un total de 4, ya que a uno de ellos no nos dió tiempo).

Font roja (Alcoy): ya conocíamos este paraje natural del interior de Alicante, sus paseos rodeados de árboles verdes y frondosos, su balcón de vértigo, el santuario y un centro de interpretación muy muy completo. Lo cierto es que al llegar allí (cruzando la carretera rodeados por niebla), no pudimos ver prácticamente nada. La nube que cubría el parque era tan espesa que no se veía unos metros más allá. Aún así, solo por el recorrido en carretera que hicimos, valió la pena. El paisaje cambia radicalmente a pesar de estar al lado de una ciudad como Alcoy, pasas de lo urbano a lo natural de una manera espectacular.

Guadalest: la carretera hacia este pequeño y pintoresco pueblo interior también nos dejó estampas de niebla, aunque no cubrían la carretera (y menos mal, porque no es ni seguro ni agradable conducir por la montaña con niebla espesa). Llegamos a las 15:20 listos para comer en un restaurante local donde teníamos reserva: el restaurante L’hort. La comida era casera y riquísima, típica de la zona, con un trato amable y unas vistas espectaculares. Después de comer empezamos el paseo turístico: subimos hasta la parte más alta del municipio para entrar en la Casa Orduña, una casa señorial que conecta con el castillo de Guadalest (es la única manera de subir y cuesta 4€ por persona). Al terminar, paseamos por las calles empedradas del pequeño pueblo y cogimos de nuevo el coche para bajar al embalse de aguas turquesas que se ve desde arriba.
Al terminar con Guadalest, la idea era visitar las Fuente del Algar, pero el tiempo nos obligó a ir directamente a Altea.

Altea: este mítico y turístico pueblo blanco alicantino fue nuestra tercera parada. Como un turista más, recorrimos sus callejones e hicimos fotos del entorno: miradores, calles, la iglesia… Pero, al llegar (sobre las 18:30) también aprovechamos para merendar en una pastelería local, DeSabors, donde recargamos fuerzas con unos macarons y un café. Los músicos improvisados le daban aún más vida a un municipio en el que ya se veía un turismo mucho más abundante que en los puntos anteriores, pero no perdía su encanto. Es cierto que, al ser ya septiembre, la afluencia de gente era algo menor, algo que a veces se agradece. Se nos hicieron casi las 20, cuando decidimos ir a nuestro último punto: Benidorm.

Benidorm: era ya de noche cuando llegamos, pero eso no le quitaba encanto al paseo. Recorrimos casi de punta a punta la playa de Poniente y llegamos hasta el famoso Balcón del Mediterráneo. Lo cierto es que, conociendo esta ciudad como turismo ultra masivo, esperábamos que el balcón estuviera lleno, pero no fue así. Dentro del gentío, de las luces y del calor que hacía a pesar de ser casi las 21, encontrabas ese momento de relax en la parte más baja de sus escaleras. Tras la caminata, volvimos a casa.
En total hicimos unos 300km (contando la vuelta casa), pero al ir parando se hizo bastante ameno. Este recorrido se puede hacer perfectamente en un día saliendo con tiempo, incluyendo la parada en las Fuentes del Algar, el paseo por Font Roja sin niebla y las comidas. También se puede hacer en familia, en pareja o, por qué no, solo (aunque con tantos trayectos en coche y tantos kilómetros en carreteras de montaña, quizás no sea la mejor opción).
Nuestra recomendación, aunque algunos destinos estén masificados, es no dejar de lado el comercio local: comer en restaurantes locales, comprar en pequeñas tiendas… Es la mejor manera de ser, al menos, algo sostenible, incluso en la ciudad.
Os dejamos algunas fotos del día. ¡Hasta la próxima!
Vistas desde el cementerio del Castillo de Guadalest Vistas desde un mirador en Altea Iglesia de Altea Embalse de Guadalest Carretera hacia Guadalest Comida en Restaurante L’hort